Parte del contenido de este número de POESÍA MADERO.
CARDENALES / CARLOS EDUARDO SAA
Te vi caminando por los zarzales
llevando cardenales en las manos,
La mirada suave, en horizontes,
Luz de luna en la altiva frente.
Supe de ti una mañana de otoño,
Cuando el sol apagó sus luces,
La lluvia desgarró la atmósfera
Con una desesperación nunca
Vista en mi tierra y otros lares.
Mi madre lloró todo ese día,
Oró los misterios que yo no
entendía.
Tan solo musitó con voz quebrada,
Que en una cruz murió el alba.
Pasaron los años y en cada día
Como ese otro día, en mi casa
Ella encendió diez jazmines,
Puso mantilla negra sobre la cabeza
Y oró aquellos mismos misterios.
Mi madre esta mañana ha muerto.
Tremendo dolor dobló mis horas
Y fui al monte para llorar a solas.
Entonces te vi caminar por los
zarzales.
Blanca era la túnica que te
abrigaba,
Desde tus manos voló un cardenal
Para posarse sobre mis manos.
Con horror vi que un clavo lo
atravesaba.
Te volviste a mi, sin palabras,
Con el sólo mensaje de tu mirada
Me dijiste que eso no era nada,
Es un regalo que hace mil años
Entregué al mundo, no temas,
Nada duelen, que si hubo quienes
Como tu madre comprendió el
sacrificio,
La muerte transitoria está pagada.
OTRO TIEMPO / DARÍO VALDEBENITO
Las ánforas del silencio rebasan su
paciencia
y se vierten al lado opuesto de lo
deseado.
El sol está desorbitando el brillo
estival,
el mar ruge y azota sus lágrimas de dolor
y los corceles del viento aceleran su
marcha.
Parece otro tiempo, un tiempo de locura
quizás.
Lejos de aquí, en el territorio de las
nieves
eternas
Los icebergs se hacen a la mar y se
producen
los grandes deshielos
Mares y lagos contaminados con oro negro
u
oro blanco, da lo mismo,
El daño es igual a la flora y a la fauna
de nuestro
diario vivir.
Si, parece otro tiempo, un tiempo de
cordura tal vez
de la Naturaleza , que nos
avisa o nos pasa la cuenta.
¿POR QUÉ LOS MUERTOS NOS HACEN LLORAR? / ELENA MONTANER
La oscuridad del
cementerio oculta la sobria tierra
que guarda tantos
reclamados por el tiempo
Guardianes invisibles
vigilan tumbas que no parecen tumbas
sino solo rectángulos
de cemento sobre el pasto
En el aire aún vibra
el sonido de rezos y letanías
que aprovechan el
momento para gritar penas antiguas
Es una catarsis teatral en esta escena repetida y perpetua
de tristeza obligada
porque los muertos nos hacen llorar
No queremos soplar las
palabras que yacen moribundas
débiles como palomas
que perdieron su nido
La mirada se
recuesta entre tantos rostros inclinados
preguntándose las
razones que tiene la Vida
para cerrar compuertas
y levantar barreras en el sepulcral tiempo
¿Por qué los muertos nos hacen llorar si están
quietos y mudos
incapaces de levantar
espadas o lanzas bajo tierra?
Pero sus ecos tienen
poder sobrehumano
para herir el alma sin
que lo quieran
Perdemos la mirada en
el largo camino hacia ese cuerpo
vacío y quieto como
escultura antigua
mirando indefenso la
soledad que lo espera
Vamos, vamos al
sepulcro y rociemos las cáscaras con sal
para asegurar la
permanencia un tiempo más
No queremos alejarnos
de esta etapa
no queremos irnos ni
dejar lo conocido
Queremos seguir
llorando lágrimas interminables
como un collar que
colgaremos en las cruces de hierro
o en las puertas
oxidadas y chirriantes
Colgaremos las flores
una vez secas como adornos recordatorios
para no olvidar la
dirección y volver a encontrarnos
en ese baño de
recuerdos y conversaciones obligadas
en ese velatorio
lloroso
recostada en su hombro
fuerte
Fulgentes candiles
alumbran la noche
Las brillantes cruces
en el cielo se esmeran
en iluminar a los hombres
en verles felices junto a sus hermanos
paz y armonía reinando
en la tierra que muestra
su cara de alegres sonrisas.
Parece perfecto, mas tras bambalinas
se muda el escenario
se oscurece el mundo
y hay tantos llorando
en submundos tristes
es la otra cara que se esconde
amarga.
Es desigualdad que hiere, que araña
y se esconde amarga
¿Por qué no podemos
como quiso Cristo
cerrar la llave del llanto
y abrir la otra, esa que brillante
a todos iguala?
¿Por qué pintor
no quieres pintar angelitos negros
si también son bellos
con su alma blanca?
Como duele el hermano
que no haya en su tierra
el pan que alimente a sus hijos
que gimen de hambre
y emigra a otros mundos
se arrodilla y ruega
le tiendan la mano.
Junto a él pasamos sin verle la cara
y no me comprometan al verme
sus ojos.
LA MUJER EN LA PLAYA / JAIME TAPIA
Todas las noches, desde que compró en una feria de
antigüedades el cuadro con la mujer de cabellos dorados y torso desnudo,
adentrándose en el mar...
DOCE CANTOS EN HAIKÚS / LAUTARO ALCAYAGA
Loica
Con
un cuchillo
tu
pecho encendieron
tu
canto rojo.
Siempre
atento
en
campos y distancias
tu,
tañido gris.
En
los naranjos
tus
sinfonías cantan
el
viento sopla.
Eres
el canto
de
los bosques y valles
tus
melodías.
Tres
chauchas y un diez
junto
a los espinos
silbas
al viento.
Entre
los cercos
perfumando
el alba
Tu
canto vuela.
Cantas
chancaca
entre
las zarzamoras
y
los senderos.
Un
centinela
observa
en un pino
unas
semillas.
flor
de lirio
cantas
desde el chagual
tu
plumaje gris.
Abres
tus alas
tu
pecho como el sol
las
teatinas.
Danzas
y ríes
solo
tu y el viento
entre
la niebla.
Como
el azul
entre
las manzanillas
el
infinito.
TIEMPO / MARIO CÁCERES
Es parcelar el infinito:
Es cuestionar la eternidad
Darle a la vida o existencia
Un plazo fijo: simbolizar
La brevedad.
Un segundo llega a ser un siglo
Si el dolor se alberga en lo carnal
Y un año luz sólo un segundo
Al medir la inmensidad
HUELLA PETRIFICADA / IVÁN T. CONTARDO
Madura en el dolor. Allí resuma su fruto. Es una letra que llega al abismo, quejumbroso tatuaje.
Cuando todo ha sido consumado y no es
posible cambiar el rumbo,
ella permanece petrificada en el
fondo de las rocas.
Es huella de Dios.